Una vez, estando de chico en esta ruinosa casona, encontré un libro en un rincón. Ese libro, que yacía tendido tras el aparador, que se escondía del miedo bajo una espesa capa de polvo, casi peluda. Ese libro, que fue una vez encuadernado en verde tapa dura, con cierto dibujo en relieve dorado, que fue manuscrito por El Rey de las Valquirias antes de la primera Guerra. Aquel libro, que pudiera haber sido escondido por el mismo rey y durante el tiempo, sólo ha conocido el resguardo de la roca y el viento. El libro, que pudiera tratarse de una novela fantasiosa, se queda en la realidad vivida por el mundo consciente del inicio de los tiempos. Ese libro, ese que fue concebido para la esperanza, ese que fue aovado para llamar a la fraternidad entre los pueblos y entre los individuos. Ese libro, nunca leído debiera leerse sólo en tiempos de paz, y encontrara en su buena intención su propia maldición. Ese libro por leer, ese que estuvo ligado a los destinos del mundo uniendo su porvenir al de la vida, y escondiéndose aunque alentando a la muerte. Ese libro, que albergaba los secretos nunca desvelados, las claves de los tiempos futuros, ese que quedase oculto de sí mismo condenado a la contradicción de su necesidad y, a la vez, de su crueldad mezquina. Ese libro, que con la diestra alecciona y con la siniestra golpea. Ese libro nacido para morir y criado para vivir, ese con tapas verdes con dorados bajo el polvo, ese libro nunca debió ser encontrado por aquel joven, aún menos debiera haber sido siquiera abierto. Ese libro, que fue abierto y leído por aquel joven, que fue seguido con interés sin conocimiento alguno del gran peligro que se corría. Ese libro, que fuera interpretado desde la pureza y la inocencia, que cada palabra borrosa era considerada una verdad, que cada página desgastada era una alegoría virtuosa. Ese libro, descubierto por ese joven tras los tiempos, ese libro, escrito por un rey bondadoso y que encontrara en su primer lector a su alma gemela. Ese libro, que debiera perjudicar los destinos del universo, que fue arrebatado de su poder cuando un chico de alma limpia leyera sus entrañas. Ese libro, que se viera exhalado de su maldición eterna, que se encontrara liberado de su pena latente pero inconsciente. Ese libro, cuyo contenido nunca deberías leer, y que nunca debiera haber sido escrito. Ese libro, has hecho mal en leer ese libro, pues ahora los destinos del mundo dependen de ti.
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1 comentario:
Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,
agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.
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